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sábado, 10 de noviembre de 2007

Músicos y productores

Alí Farka Touré y Nick Gold.

Son tiempos difíciles para la industria discográfica y la gente que trabaja en ella. Como parafraseaba Diego Manrique en uno de sus excelentes artículos en El País titulado Trabajando en un burdel –linkeo a un blog, el periódico lo ha pasado a pago– sobre un chiste de Billy Wilder que aparecía en su película Primera plana: "No le digas a mamá que soy periodista; dile que trabajo en un burdel". Cambiemos periodismo por discográfica y tendremos lo que piensa la gente respecto a los que en ese sector se ganan el pan.

Todo esto lo he recordado leyendo una entrevista publicada en el mismo medio periodístico al productor Nick Gold; uno de los más grandes de la "world music". A él le debemos “el efecto cubano” que invadió la pasada década todas las discotecas tanto caseras como profesionales, materializado en el proyecto Buena Vista Social Club. Por cierto, mirado con gran envidia por la gente que producía aquí en España, más bien debería decir que hacía el mangement, de los cubanos que aparecían en todos los escenarios de los festivales de música sobre todo veraniegos.

Nick Gold comenta sobre su querido y tristemente desaparecido amigo Alí Farka Touré: “Hace al menos un par de décadas, cuando lo escuché tocar la guitarra… algo se removió en mi interior. Supe inmediatamente que se trataba de alguien especial y que yo tenía la posibilidad de llevar su música a mucha gente”.

Por su empeño logro reunir a la desperdigada Orquesta Baobab. Todo un regalo para los amantes de las músicas de ida y vuelta. “Fueron músicos como Rubén González, Omara Portuondo, la Baobab o Alí Farka Touré los que me llevaron a esos lugares, no los países de los que proceden”.

En el final de dicha entrevista se plantea la incógnita con la que he iniciado este pequeño comentario. Las cosas han cambiado mucho para la industria y no sólo por los problemas relacionados con las nuevas tecnologías. “La verdad es que me asusta un poco el futuro. Vivimos en un momento de indefinición en el que no sabemos si el CD va a desaparecer como formato o cuál es el futuro de las discográficas, pero lo más importante ahora es la música en vivo”.

Lo que no hay duda es que si perdiéramos a prestigiosos productores como Nick Gold por esta crisis industrial o incluso a desconocidos productores, ingenieros de sonido, diseñadores, managers... amantes de las músicas aparentemente minoritarias que aportan su granito de arena para dar a conocer los sonidos que aman, sería una pena.
Queda claro que toda esta gente no tiene nada que ver con esos ejecutivos que negocian en sus despachos contratos millonarios con la Britney Spears de turno. Son ellos los que han creado con sus abusos y su manipulador marketing esa mala fama que campa por doquier.

Sin duda con la perdida de esa gente que trabaja por amor al arte en pequeños sellos, todos saldremos perjudicados; los músicos y su obra quedaran en el anonimato y los aficionados quedaremos sordos.

  • Ecos de África: Entrevista a Nick Gold
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