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lunes, 9 de junio de 2008

Sillas para no hablar con el jefe


Roberto vive cerca de la cumbre de una montaña. Su casa de muros centenarios no tiene las comodidades modernas, desconoce el agua corriente y la luz eléctrica. Por contra su aljibe y la antigua construcción contienen los avances que la sabiduría árabe lograban adaptar el medio con un hombre en armonía.

Mi buen amigo, a pesar de su aislamiento, siempre que puede se acerca a un ciber para comunicarse con el loco mundo tecnológico. En su último e-mail me enviaba las fotos del trabajo realizado recientemente:

"Las hice restaurando unas viejas sillas de jardín, que por tener partes de sabina han dado pena tirarlas. Los posaculos son parte de sillas rescatadas de la basura y los respaldos son curvos en V a modo de los que usan las casetas donde se guardan los llauds, se engarzan para sacarlos del agua... se llaman sillas para no hablar con el jefe."

Hace un año que intento convencer a Roberto para que se convierta en blogger. Estoy seguro que su personal visión del mundo como poco os sorprendería. Pero su tiempo es muy distinto al que padecemos el común de los mortales y se excusa en él para no integrarse. Como soy bastante cabezota lo intentaré de nuevo dentro de unos días. Manteneros atentos.

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