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martes, 1 de diciembre de 2009

Mi amigo Hans ha muerto


Mi amigo Hans (en el centro de la foto) ha muerto. Juan (derecha) me llamó ayer para darme la triste noticia. Hacia tiempo que no nos veíamos. Él vivía en su Holanda natal y últimamente viajaba menos que antes a Ibiza, nuestro lugar de encuentro. Su sangre era fruto del mestizaje. Su abuelo, holandés de pro, viajó a Indonesia donde se casó con una bella nativa que resultó ser la matriarca familiar. Su aspecto le daba un aire singular. Sus ojos azules sajones se enmarcaban dentro de sus rasgados párpados orientales. Alto y fornido, no en vano era un aventajado luchador de Pencak (arte marcial indonesio), le daba la superioridad física para comportarse como un hermano mayor con todos sus amigos. En las discusiones era el primero que intentaba imponer la paz siempre con tono conciliador, y si la cosa se desbocaba físicamente nos agarraba con sólo dos dedos para calmarnos. Hice varios viajes a su casa en Lisse (Holanda) donde la puerta siempre estaba abierta para los amigos de forma indefinida. Allí nos reuníamos los mil y un amigos que Hans le gustaba tener. También viajamos juntos a sus orígenes en la isla de Java, y visitamos a sus familiares que nos recibían con parabienes como si sus ancestros nos enviaran como embajadores. La foto está tomada allí.

No sé como expresar la pena que me invade por su pérdida, se me ha ocurrido compartirla aquí como si fuera una válvula de escape. Sólo puedo decir que Hans fue una buena persona sencilla y humilde. No lo recuerdo nunca enfadado, y sí siempre dispuesto a ayudar a todo el mundo, y así es como quiero conservarle en mi memoria. Descanse en paz.

2 comentarios:

  1. gracias por este detalle, Jorge, las buenas personas no deberían irse, o tal vez sí, a otro lugar mejor. Hicimos un buen viaje, siempre está en mi memoria.

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    1. Lamento la pérdida de Hans; después de leer a Jorge me qedo con la impresión de haber perdido a un amigo qe no tuve el gusto de conocer. Así es para mí una pérdida doble, por su ausencia irremediable y por el desconocimiento qe tendré para siempre de su gracia. ¡Quánta falta me hace ya su resurrección!

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