Javier Lamattina en la casa de los dos vientos

La invitación era en la centenaria casa rodeada del bosque de pino mediterráneo no menos ancestral. Sus piedras no conocen los cables de la luz, tampoco ningún avance de este globalizado siglo XXI. Ni siquiera el agua recorre tubería alguna, el pozo es su lugar. Todo predisponía a una escucha silenciosa. El fuego asaba pimientos y berenjenas, mientras las ensaladas nos esperaban sobre la mesa junto al vino. Ocho almas procedentes de las cuatro esquinas del mundo conversabamos con predominio de la risa sobre la palabra. Azul, una almita de siete años protegía en su regazo un erizito de las amenazas del mundo. Todo trascurría, hasta que al final el músico tomó su guitarra y nos conectó aun más con la naturaleza que nos rodeaba como si fuéramos una única persona.

Javier Lamattina, arquitecto de profesión y músico de corazón lleva ya algunos años por tierras catalanas procedente de su Argentina natal. Acaba de grabar su primer CD compuesto de 15 temas propios que enraízan con el rock más clásico de su país para llegar a las nuevas tendencias de la música de autor. En sus canciones se escuchan aires que van desde el maestro Spinetta hasta novedosas búsquedas a lo Aristimuño, encarnadas por el abanderado de la nueva generación de creadores argentinos. He tenido la suerte de escuchar a "Lama" de una forma intimista, sólo con su guitarra de tradicionales ritmos argentinos, aunque enseguida su amor por el rock se disparó, llenando de poderosos compases cuatro por cuatro su improvisado "showcase" bajo los árboles. Se notaba que echaba de menos a su respetada banda con la que ha podido rodearse para la grabación del disco. Pero esta falta fue superada por el sensible guitarrista cuando pidió ayuda a los armónicos del viento que le vinieron a ayudar en el final del fascinante concierto bajo los árboles.

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