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sábado, 4 de septiembre de 2010

Benirràs: La cala que fue y nunca será

Este año la isla de Ibiza ha sufrido un suceso que ha despertado las conciencias dormidas de sus habitantes. No me refiero a esos que la visitan sólo en el estío y que vienen como una banda de violadores a quebrantar "la isla mujer" como así la ha bautizado un amigo. Y que las televisiones muestran sin parar en las únicas dos playas que conocen y las tres discotecas que exprimen sus bolsillos. Esas que emiten una música pasada de moda y que tuvo interés a primeros de los noventa cuando fue creada.

Cuando hablo de habitantes, me refiero a los dos grupos sociales, que de una manera un tanto simplista y para entendernos, se diferencian y entrecruzan entre sí a lo largo de las cambiantes estaciones del año, y los voy a etiquetar como: Los payeses, cuyas generaciones se pierden en el tiempo. Hasta ahora eran de carácter paciente y hospitalario con el visitante. Se dedican a ganarse la vida con la construcción y servicios (hoteles, restaurantes, etc..): Los hippies por otro lado, son gentes venidas de todas partes del mundo buscando una forma alternativa de vida y que subsisten del comercio (tiendas y puestos callejeros).

El suceso, o mejor dicho el desastre al que me refería, ha sido un gran incendio que se desató a finales de Agosto en la cala de Benirràs. Hasta ahora uno de los lugares mejor conservados al norte de la isla. En Ibiza a pie de foto están dando buena cuenta gráfica de la enorme pérdida.
Una de las posibles causas de la desmesurada extensión del fuego ha sido la imposibilidad de la llegada rápida de los bomberos a la zona donde se produjo. Ese domingo, como todos los del verano, se celebraba la Fiesta de los Tambores en la playa de Benirràs. La pequeña cala es ocupada por cientos de personas y como consecuencia se colapsa el único acceso, una estrecha carretera, y los alrededores con decenas de coches. No voy a juzgar este tipo de eventos, sólo decir que son perfectos para el turista insustancial que nos visita. Abajo dejo un vídeo de lo que sucede, cada uno que saque sus propias consecuencias. Desde hace años todo el mundo sabía que el peligro acechaba, no sólo allí, si no en todos los lugares acostumbrados a escasos visitantes a lo largo del año y de invasiones en agosto donde las multitudes acuden a desintoxicarse y liberarse de su esclavitud. Nada nuevo bajo el sol.

Pero los más llamativo ha sido la reacción de esos dos colectivos que antes describía a los que pertenezco a partes iguales. Nadie sabe a ciencia cierta como se produjo el incendio. Sí el origen, situado cerca de una cueva habitada, que por otra parte no ha sido afectada. Me cuentan los payeses que fue motivado por una imprudencia de los llamados hippies. Mientras estos lo achacan a un ajuste de cuentas entre payeses. A mi juicio, ambos hechos muy improbables conociendo a las gentes de por aquí.

La isla ha hablado por la herida que todavía supura, violada, indefensa y harta de tanto expolio. No es tiempo de enfrentamientos sino de solucionar este desatino entre todos.

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